El trago prohibido
Sentado
en la barra del bar cuyo aspecto era de un bohío tradicional de esos que
abundan en el trópico, un hombre de
mediana edad se encontraba disfrutando una bebida, su mirada de este se perdía
en el azul del mar Caribe, sus ojos cerúleos igual que esas aguas
recorrían la playa deteniéndose por momentos en los cuerpos de los jóvenes que bronceaban sus cuerpos al
sol, se embelecaba apreciando como la
espuma de las olas bañaban la blanca arena del mar, vio con curiosidad como un
grupo de aves marinas peleaban por un espacio en el viejo peñero anclado a
pocos metros de la orilla, la palabra Júpiter
se podía leer a babor del pequeño navío, - que nombre tan pretencioso para un pequeño
bote – pensó, elevó su vista al cielo donde muy arriba se apreciaba el tráfico
aéreo el cual era muy denso en aquellos días de verano, uno tras otro, los aviones llegaban a la isla con su pasaje de
turistas con intenciones similares a la suya, alejarse de sus vidas cotidianas
y ser por momentos lo que realmente son sin perjuicio alguno, notó que su trago
estaba acabándose por lo que con un leve golpear al traslucido cristal del vaso
esperaba llamar la atención del barman, este presuroso capto la señal y pronto
completó con más licor el vaso de su cliente, quien agradeció la acción con una
sonrisa, el hombre continuó con sus cavilaciones hasta que la oscuridad se
hubo apoderado del lugar que ahora solo era iluminado por las tenues luces de letreros y algunas velas, el rumor de las olas hacia dúo con la suave música del local, el barman
empezó a limpiar y recoger las botellas vacías, ya no quedaban más clientes,
solo permanecían ellos dos cuando pasado un rato, se levantó de su banco despidiéndose con una
sonrisa, pero esta vez acompañada de un guiño cómplice dirigido al joven
cantinero, quien de reojo pareció entenderla, y dejando unos billetes junto a un
pequeño papel, se dirigió a caminar por la arena, metió sus pies en el agua fría
del mar esperando espabilar su mente, después
de tanto alcohol consumido se sentía mareado – parece que bebí mucho ron- pensó
con un sentimiento de culpabilidad, continuó allí parado frente a la inmensa y
oscura masa de agua, las suaves olas llegaban arrastrándose a la orilla donde mojaban
las piernas descubiertas del turista, los granos de arena se metían entre sus
dedos masajeando su piel, continuo allí parado, viendo el titilar de las estrellas
cuando un pequeño cangrejo subió por su pantorrilla haciéndole cosquillas, lo
tomó suavemente entre sus dedos, - vuelve al mar – dijo, cuándo lo arrojó con
suavidad retornándolo a su habitad, se volteó presto a retornar a su habitación,
caminaba lento como deseando no volver, ya había pasado un tiempo desde que salió
del bar pero tampoco era mucho, solo se trataba de la ansiedad que empezaba a
invadir su cuerpo le daba la sensación de haber transcurrido muchas horas, ya
enfrente de la habitación buscó la llave en el bolsillo de la pierna de su bermudas, abrió con suavidad, su corazón latía más fuerte, parecía no querer
abrirla pero lo hacía, dio un paso luego otro y cuando vio allí en su cama el
motivo de tanta ansiedad, desnudo esperándolo se encontraba el joven barman…
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