El fruto prohibido
La doctora Mary atendía con amor
a los niños indígenas en un punto de la costa Colombiana, quienes adoraban asistir a sus
consultas pues ella las conducía con amor y finalizaba obsequiándoles caramelos de uva el cual
pintaba sus pequeñas lenguas de color morado cosa que fascinaba a esos niños,
la asociación que patrocinaba la loable acción tenia años enviando médicos a lo
más recóndito de la inmensa selva donde prestarían servicio a sus pobladores,
Mary era una de estas galenos quien al menos cada dos años volvía trasportada
en helicóptero con sus amados indios quienes se emocionaban cuando el sonido producido
por las aspas de esas aves de metal empezaban a irrumpir en la jungla, Mary, además
de darles atención medica se dedicaba a cuidar a los niños más pequeños,
enseñándoles a cantar hermosas canciones y leer esos cuentos infantiles con los que crecemos los
occidentales, los chicos de la aldea se embelesaban escuchando sus actuadas
narraciones, aun cuando no entendían muchas
de las palabras debido a la diferencia del idioma, aun así sabían quién era
Caperucita, jugaban representando al lobo corriendo detrás
de los tres cerditos, pero la historia que más les apasionaba era la de esa
princesa que por probar una manzana sucumbía a un largo sueño, jugaban estos
pequeños a juntarse como los siete enanos alrededor de Mary velando su cuerpo
hasta que pasado unos minutos ella se incorporaba cuando el más atrevido de los
niños besaba sus mejillas representando un galante príncipe, en fin la doctora había logrado en los pequeños más que la necesaria atención de un doctor
con sus pacientes.
Un día una partida de indios
partieron en una expedición de caza y pesca a la orilla del mar el cual se
encontraba a pocos días de viaje al retornar trajeron preciosos trofeos los
cuales proveerían la carne que necesitaba la tribu para alimentarse, y capas de piel que servirían de abrigo lo que
llenó de júbilo a los habitantes de la aldea, en pequeños sacos los cazadores traían
unas frutas cuyo aspecto era muy parecido a las manzanas, los hombres eran muy
cuidadosos en el manejo de estos frutos que almacenaron en una choza apartada
del resto, si bien a Mary le llamó la atención esto no tuvo interés en
preguntar, en poco tiempo había olvidado el asunto.
Pasadas varias jornadas Mary
convocó a los chiquillos para ir al rio uno por uno fueron agrupándose los
pequeños detrás de la doctora cuales patitos detrás de su madre, cuando se
prestaban a partir el llamado presuroso de uno de los pequeños llamó la atención
del grupo, se trataba de una niña, era la mayor del grupo cuya edad no pasaba
los ocho años venia corriendo temerosa de perderse la excursión por su demora, traía
en sus brazos algo envuelto en tela y no dejando saber que era se unió a la
partida, dispuestos a pasar un excelente día salieron en fila la doctora y sus
pequeños acompañantes al rio.
Una vez frente a al inmenso
caudal de agua Mary se dispuso a lavar su ropa y a nadar con los niños, estos
haciendo una rueda con ella en el centro golpeaban el agua salpicándola con
fuerza, los ruidos de la selva y del rio eran opacados por la risa y algarabía del
grupo, pasadas las horas los chicos pidieron a la joven que les contara la
historia de Blancanieves, ella actuando como la joven maltratada y perdida en
el bosque actuaba haciendo que 7 pequeños fueran los enanos, cosa que los niños
accedían con agrado, la mayor de ellos representaría la malvada bruja, la niña
encantada con su papel saco de la tela que traía una de esas frutas de color
verde que los indios habían traído de la costa días atrás, la ofreció a Mary
quien en medio de su actuación mordió con sus blancos dientes, la carne del
fruto era suave y carnoso de un exquisito sabor dulce, poco después el dulzor
cambio por una sensación de picor en la boca, el cual aumentaba
progresivamente, llevó sus manos a la garganta al sentir una fuerte presión en
su laringe, los niños la veían extasiados, creían que era un acto histriónico por
haber consumido la manzana hechizada de la malvada bruja, los ojos de la galeno
se abrieron con angustia, no podía respirar, se recostó en busca de calmarse
pero sus conocimientos médicos le indicaron que claramente estaba presentando
un cuadro de intoxicación muy grave, cerro sus ojos suavemente.
Los niños como acostumbraban
representar a los siete enanos se sentaron a velar el cuerpo de la joven hasta
que algún gallardo príncipe besara sus mejillas, pero esta vez el hechizo no sería
roto por el amor de un joven.
La manzanilla de la muerte o árbol de la muerte (Hippomane mancinella, es una especie del género Hippomane) es un árbol de la familia de las euforbiáceas, nativo de Mesoamérica y las islas del Mar Caribe. Como muchas otras euforbiáceas, es poderosamente tóxica, y su fruta —similar a la manzana, y de agradable aroma— puede resultar mortal para los seres humanos.
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