La muerte de un pueblo
La industria había llegado hacía un tiempo al pequeño pueblo, las típicas casas rurales era opacadas por grandes tanques, recipientes contentivos de un oscuro y viscoso líquido
bordeadas con inmensas etiquetas en las cuales calaveras dibujadas indicaban
advertencia de veneno, la antigua laguna, otrora considerada un acuario natural
por la diversa fauna que en ella habitaba era ahora un pozo gris y opaco,
manchado por aceites industriales, la vida en sus aguas era imposible, los
niños ya no se bañaban en sus aguas ni jugaban en su orilla, el ruido de las
calderas sustituyó al canto de las aves, el mirador de la colina donde los jóvenes
del pueblo se sentaban a ver el atardecer se convirtió en un improvisado
autocine en el cual cientos de obreros, sucios y ebrios hasta la inconsciencia pasaban
sus ratos libres con prostitutas quienes se trasladaban desde la ciudad para
vender amor a cambio de la paga de los trabajadores, cercas con púas dividían
grandes sectores de verde sabana, parcelas donde campesinos solían pasear sus
animales sin separación alguna están ahora condenadas a ser violadas por
grandes taladros que penetraran hasta sus entrañas en la búsqueda del excremento
del diablo, los pocos habitantes negados a partir del lugar de su nacimiento
son ahora testigos de cómo la modernidad se apoderó de su pedazo de paraíso, lo
antes barato se convirtió en caro, nada era ahora gratis o se podía intercambiar,
solo los billetes eran aceptados por los comercios llegados con la industria, el
costo de la vida aumentó , ancianos sentados frente a sus casas veían como el
aire era contaminado por gases expelidos por grandes maquinas parecidas a
dragones cuyo aliento mataba todo alrededor, ya no habían flores, perros callejeros, famélicos
sustituyeron a la fauna del lugar, todo, todo había cambiado, el arco de piedras que recibía
a los forasteros había sido sustituido por una pancarta adornada con la imagen
del gobernador, un hombre de grandes dimensiones debido a los excesos y donde
se podía leer “vota por mí, la
prosperidad y el progreso son mi meta”.
La modernidad no debe ser rechazada, lo no aceptable es permitir que en su nombre la vida sea relegada a un segundo...
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