¿Amor?




La pareja caminaba por las calles de Roma, embelesados miraban las hermosas obras arquitectónicas que abundaban en la Ciudad Eterna, la fría brisa del invierno los obligaba a mantenerse muy juntos el  uno del otro en su andar, calentándose mutuamente, un leve malestar perturbaba el disfrute de ella pero no había porque preocuparse solo se trataba de un leve resfrió, los brazos de él le proporcionaban abrigo haciéndola sentir mejor, pero había algo invisible que la preocupaba, él no parecía el mismo de años atrás, no tenia empleo, su cuerpo mostraba los estragos producidos por el abuso de bebidas y drogas, sus brazos otrora fuertes como gladiador eran ahora delgados, carentes de carne, surcados por venas brotadas, grandes moretones manchaban su blanca piel, pero lo más angustiante para ella no era el aspecto físico sino su mirada, la cual había cambiado de ser luminosa y llena de vida a una carente de significado, sus ojos lucían impávidos,  ya no era el hombre que conoció una vez y cuyo amor la hizo dejar su España natal para trasladarse a Italia, aun lo amaba y ese  sentimiento la hacía soportar estoicamente sus cambios de comportamiento cuando llevado por las drogas arribaba a casa, si llegaba, pues más de una vez fue encontrado sucio, tirado en las calles de Secondigliano, a donde frecuentaba ir en busca de esas sustancias sin las cuales creía no poder vivir, ella pacientemente esperaba su recuperación apoyándolo, con ese objetivo se habían mudado a Roma, todo parecía mejorar pero cada recaída era peor que la anterior, sus actitudes violentas lo habían hecho ser despedido de varios empleos, en una ocasión amenazo al dueño de la pizzería con un cuchillo, afortunadamente su empleador no levanto cargos contra él, un día, después de varias semanas “sobrio” la pareja había decidido dar un paseo por las calles Romanas, una que otra sonrisa se esbozaba en el rostro de él a medida que ella le relataba historias referentes a los magníficos monumentos históricos, pero eran historias inventadas por ella quien sabia contar relatos a la vez que los animaba con sus actuaciones, él se distraía con facilidad, su mente parecía divagar, aun estando de pie frente a una vitrina en la cual podía apreciarse jugosos postres, el no mostraba señal alguna de estar disfrutando el momento, en un instante ella sintió una fuerte presión en su mano, él la apretaba con fuerza, al mirarlo pudo ver gotas de sudor que bajaban por su rostro, ¿Cómo era posible? – amor, ¿tienes calore? – ¿te sientes bene? Le pregunto ella en un tono maternal, mezclando el idioma Castellano con el Italiano, mala costumbre que tenía cuando se ponía nerviosa o estresada,  no hubo respuesta – andiamo a casa- decidió ella, caminando rumbo a su pequeño departamento alquilado a las afueras de la ciudad, llegaron después de unos minutos viajando en Bus, ninguno de los dos habló durante el trayecto, ya la noche empezaba a mostrar su oscuridad, él seguía impávido, temblaba como un niño y su frente estaba fría al tacto, ella sacó un manojo de llaves de la cartera, abrió con premura la puerta principal, lo tomó por la mano llevándolo adentro, caminaron por el pasillo y al llegar a la escalera ella tuvo que realizar un esfuerzo físico muy exigente para su delgada humanidad al tener que subir los escalones hasta el quinto piso con él apoyado en sus hombros, ya adentro de la humilde morada  lo sentó en el sofá donde se derrumbó agotado, maternalmente, colocó sus piernas sobre el mueble y con una manta gruesa lo arropó, él tenía los ojos entreabiertos, sus pupilas dilatadas ocultaban el azul de sus Iris, ella se desvistió frente a él, no había otro lugar, pues el departamento era de solo un ambiente, él miraba sus bellas curvas, la firmeza de sus carnes, su largo cabello, negro como azabache que caía sobre sus espalda, pero ahora esa belleza capaz de enloquecer a cualquier hombre no significaban nada para él, solo veía, pero no la miraba, su mente le producía alucinaciones ante la falta de drogas, solo dios sabe qué pasaba por su mente en ese momento, ella se vistió cómodamente con una franela, dos tallas mas grandes pues era de el, se dispuso entonces a prepararle un té caliente, mientras le hablaba con dulces palabras para motivarlo y apoyarlo ante la lucha que su cuerpo y mente estaban sufriendo, ella lo sabía, debía haberlo dejado hace mucho pero lo amaba demasiado, por ende hizo suya la batalla que solo él debía librar, de espaldas a él calentaba agua y un caldo para suministrárselos cuando de pronto una brisa helada la sorprendió, miró por reflejo hacia la ventana, estaba abierta, las cortinas se levantaban con fuerza, dirigió su mirada al sofá que ahora estaba vacío, la manta en el piso  hicieron que ella con miedo y sin pronunciar palabra alguna, se dirigiera a la ventana, la brisa fría ya no la sentía, su corazón estaba helado por el miedo, sus cabellos eran levantados por la ventisca, colocó sus manos en la cornisa, inclinó su cuerpo, se disponía a ver hacia la calle cuando una mano sobre su hombro la hizo girar sobre si misma con sorpresa, era él allí parado detrás de ella, lo abrazó con fuerza y fue correspondida, algo que no pasaba en mucho tiempo, él susurro en el oído solo tres palabras pero fueron suficientes para relajarla, - te amo, perdóname – ella lo miró extrañada poniendo sus manos en su rostro cuándo la empujo con fuerza al vacío haciéndola caer de espaldas al frío y gris cemento de la calle, donde poco a poco se oscurecía todo a su alrededor, mientras la silueta de él se distinguía en la ventana viéndola con sus ojos muertos, hasta que el ultimo soplo de vida abandonaba el cuerpo de quien amó hasta el fin.





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