Pena Capital
El hombre
había recorrido muchos kilómetros en su vieja camioneta, su vista cansada por
los años trabajando en la mina de carbón le exigía un gran esfuerzo para
continuar el viaje, permanentemente retiraba la mano de la palanca de cambios
con la intención de apretarse los ojos y calmar el picor que le agobiaba, las
lágrimas bañaban sus inflamados parpados inferiores haciendo de su rostro una
triste imagen. A los lejos el arrebol indicaba el final del día, la jornada
pronto llegaría a su fin, la vía se extendía hacia el horizonte como una enorme
línea la cual dividía el desierto en dos mitades, perdiéndose en la lejanía, largas
distancias por recorrer no eran un obstáculo para alguien con tantos años
dejados atrás pero el peso de las perdidas y dolores sufridos en el pasado
seguían siendo una carga en su presente, sin importar el recorrido no podría escapar
de los errores cometidos en años pretéritos, ¿Cuáles fueron? Nadie lo sabe, pues
jamás habló de ellos ni siquiera el alcohol bebido en las viejas cantinas donde
apagaba su sed todas las noches al salir de la mina, con su rostro ennegrecido
por el polvo y su ropa empapada por el sudor, le hicieron hablar, tampoco al
calor del lecho de una prostituta dijo nada aun cuando es conocido la debilidad
de los hombres por hablar de sus culpas más
en burdeles que en las iglesias. Callado y taciturno era ante el mundo, pero en
su interior se gritaba así mismo recriminándose, como una especie de flagelo,
un autocastigo que nunca le daría la redención, su cuerpo se había convertido
en la jaula de su alma. Seguía su camino a la velocidad máxima a la cual podía
llegar el viejo motor, cuyo ruido rompía el silencio de la noche que recién posó
su manto sobre esos baldíos parajes. Dentro de si pensaba como la vida le había
puesto en bandeja de plata la oportunidad de ser feliz pero el escogió lo
contrario, sin pensar en el mañana se dejó llevar por un momento de ira, unos
segundos se convertirían en un punto de inflexión en la línea de su existir,
haciendo que todo fuera diferente a partir de ese nefasto instante cuando la
irracionalidad tomo el control de su mente, de pronto una luz en el horizonte
producto del pasar de una estrella fugaz le saco de sus cavilaciones – una estrella
fugaz- dijo en voz alta y con una especie de sorpresa casi infantil,
convirtiéndose esa frase la única en escapar de sus labios durante varios días.
Luego volvió abstraerse en su propio infierno. Sus trasgresiones cometidas a
las leyes de dios y de los hombres eran enredaderas que oprimían su alma
ocasionándole dolor, una agonía no física sino espiritual, convirtiendo su corazón en una
dura pieza pétrea y sin ganas de vivir, seguía en su rodar por aquella olvidada
carretera, la tenue luz de los faros de su vejestorio apenas le permitían ver
por dónde iba, de pronto dos pequeñas luces se distinguieron en frente a él
tomándole por sorpresa, fuertemente giro el volante haciéndole perder el
control, saliéndose del camino derrapó con tal potencia que volcó, el ambiente
se llenó de ruidos y polvo, la vieja Chevy terminó con sus llantas hacia
arriba, girando por la inercia del impacto, su decrepito cuerpo ahora maltrecho
permanecida atrapado dentro de la cabina, sus huesos rotos le impedían moverse, su boca se llenó del
sabor salado de la sangre que brotaba de su cabeza hacia su rostro, el dolor
inundó sus sentidos, pero no se quejó, de su boca no salió reclamo alguno, ni
expresó oración pidiendo clemencia a los cielos, poco a poco y en una larga
agonía la vida escapaba de su cuerpo, pese al terrible estado en el cual se
encontraba, una sensación de paz invadió su alma, por primera vez sentía que
estaba expiando sus culpas. Varios días después la policía hayo el vehículo
accidentado con un cadáver putrefacto en su interior, los oficiales revisaron
las pertenencias de la víctima, en la guantera de la camioneta un agente
consiguió un diario, de apariencia amarilla, impreso en otro lugar y tiempo muy distantes
de ese momento, en el viejo papel y en letras grandes se podía leer
en un titular de prensa “Crimen pasional cobra la vida de una mujer
embarazada”.
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