Inmortal
El atleta estaba preparado para la competencia, en la línea de partida esperaba ansioso el
sonido del disparo que daría la señal de largada, sus músculos estaban tensos,
su corazón latía con fuerza y rapidez llevando su sangre llena de adrenalina a
cada célula de su cuerpo. De reojo veía a sus rivales preparase también, la algarabía
de la multitud podía ser escuchada pero no le hacía perder la concentración.
Llegó el momento, el juez de pista ordeno a los corredores colocarse en posición
de salida, apoyó fijamente sus zapatillas en los tacos, sus manos en el suelo y
la mirada puesta en la pista, solo veía la superficie rojiza entre las dos líneas
blancas, ese carril era su único punto focal. El sudor mojaba su frente, las
gotas del salad liquido hacían brillar su piel. El juez levantó la pistola hacia
el cielo, los altoparlantes hacia escuchar las tres palabras esperadas por los
atletas, - preparados – listos – fuera, se escuchó el detonar del arma. Los músculos
de su cuerpo explotaron con tanta fuerza que su cuerpo salió disparado hacia
adelante a alta velocidad, sus zancadas eran largas dispuestas a recorrer la máxima
distancia entre cada una, sus brazos se desplazaban a lo largo del cuerpo de
tal forma que cortaban el aire como navajas, sus músculos se hacían visibles a través
de la piel, cada fibra, cada arteria, cada célula de su cuerpo trabajaban en
una sincronía perfecta, en ese momento no era un hombre, era una maquina
diseñada para correr. El viento sonaba en sus oídos, sus pulmones absorbían el oxígeno
en volúmenes elevados para poder dar respiro a su exigido cuerpo. No había presencia
de otros corredores a sus lados, estaba solo en la delantera, sus rivales no
eran nada para alguien cuyo único objetivo durante los últimos años fue
preparase para los segundos que duraría la carrera. La Meta era visible,
inclinó su cuerpo hacia adelante deseando poder estirarse hacia ella, la luz
emitida por un flash de una cámara fotográfica indicaba que había llegado, le
tomó varios metros más el poder detenerse por completo, sus fibras musculares
le ardían y el corazón parecía querer romper su pecho, sin perder tiempo giró
su vista a una enorme pantalla la cual mostró un numero entero y dos decimales
seguidos de una coma, 9,58 segundos se podía leer en el aparato, había ganado, había
conquistado un logro casi sobrehumano, recorrer 100 metros más rápido como nadie
en el mundo los había hecho nunca, el no corrío a una meta, había corrido a la inmortalidad.
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